sábado, 25 de diciembre de 2010

En la oscuridad más profunda, la luz de Dios brilla

Jesús nació cuando los pastores “pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas" (Lucas 2:8).
El mundo al cual llegó estaba tan oscuro como la noche. Un emperador sin piedad, ocupaba el trono de Roma. Herodes, el gobernador de Palestina, era cruel.
José y Maria vinieron a Belén como ciudadanos obedientes, a empadronarse, para pagar los impuestos a un dictador.
El mundo estaba sufriendo por el hambre, la pobreza, la enfermedad y la ignorancia.

Jesús nació en un mundo difícil.

Al igual que hace más de 2000 años, el mundo sigue sufriendo. Guerras, conflictos económicos y políticos, enfermedades, miseria, desastres climáticos y naturales, luchas raciales y religiosas…
Son muchos los acontecimientos que empañan el gozo proclamado por la Navidad.
Jesús vino, precisamente porque el mundo está en tinieblas y dificultad. Su amor y su luz penetran la oscuridad y si lo seguimos, tendremos la luz de la vida.

DIOS ES LUZ Y EN ÉL NO HAY NINGUNA OSCURIDAD (1º JUAN 1:5)

¿Qué debo hacer para que la luz de Cristo brille en la oscuridad?