El Señor es un
manantial inagotable por donde fluye Su amor, misericordia y perdón... Es
una fuente inagotable de vida..."Sus
misericordias jamás terminarán. Grande es su fidelidad; sus misericordias son
nuevas cada mañana. Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré
en él!»! '” (Lamentaciones 3 : 22-24 NTV)
Cuando expresamos
dolor por nuestra comunidad, la esperanza y el consuelo se sustentan en el conocimiento del amor
compasivo de Dios "esto traigo a mi corazón, por eso tengo esperanza (v21) porque
las misericordias jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades son nuevas
cada mañana...¡¡¡Grande es Su fidelidad!!! El Señor es mi porción (dice mi
alma), por eso en Él espero. Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para
el alma que le busca.
Conocer por
experiencias vividas cómo es este manantial de vida, llena nuestra boca de
agradecimiento y nuestros labios de alabanza... ¡¡¡Cuán grande es Él!!!
Con los años vamos
perdiendo fuerzas y todo nos cuesta más, la "seguridad" en nosotros
mismos, en nuestras habilidades y destrezas se va diluyendo, es el proceso
natural de la vida misma.
Pero hay algo ETERNO
que nunca cambia, nuestro Señor... en él no hay sombra de variación.
Aprender tempranamente
a conocer el carácter inmutable, fiel, misericordioso, compasivo del Señor, nos
traerá enormes beneficios y nos acompañará el resto de nuestra vida.
¡Qué bueno es el ejercicio
espiritual de confiar en Dios! Aunque el panorama sea oscuro, aunque
"nuestro universo" tiemble y se tambalee, aunque no haya respuesta a
nuestras dudas... sigamos confiando y esperando en Él, su amor fluye y sus
misericordias se renuevan...