Te invito a hacer una reflexión acerca del amor de Dios hacia nosotros. Es importante que comprendamos que nos ha elegido y nos acepta tal cual somos. Es algo que supera nuestro entendimiento, ya que de algún modo todos tenemos determinados prejuicios para aceptar al otro.
Vayamos repasando algunos puntos que pueden ayudarnos a esclarecer esto.
El amor de Dios no se impacienta.
Dios odia el pecado, porque arruina las vidas de Sus hijos, pero nos ama y no reacciona contra nosotros. Muchas veces pensamos que dirá: - ¡¡¡Basta, esta es la última!!!, pero no lo hará…¡Jamás!. Nos tiene una paciencia infinita, mira nuestro corazón y si es sincero, espera a que el Espíritu Santo nos vaya perfeccionando.
El amor de Dios es perdonador.
A Dios no le importan los errores, echa nuestros pecados tras Su espalda donde no pueda verlos (Isaías 38:17). Nunca nos recriminará lo que ya nos perdonó. ¡Jamás!
El Amor de Dios se fija en lo bueno, no en lo malo.
Dios se regocija con cada oportunidad que tiene para poder cambiar las circunstancias adversas en nuestra vida. A nosotros se nos hace muy difícil no fijarnos en las cosas malas que los demás hacen.
Pero Él endereza todo lo que está torcido y revierte situaciones, sin importarle si lo merecemos o no.
Pero Él endereza todo lo que está torcido y revierte situaciones, sin importarle si lo merecemos o no.
El Amor de Dios es verdadero y misericordioso.
Dios sabe todo acerca de cada uno, incluyendo todos nuestros íntimos pensamientos y comportamientos, pero en lugar de sacar a relucir todas esas realidades vergonzosas, las cubre en silencio para liberarnos de la humillación y del sentimiento de culpa. Su amor cubre multitud de errores en nuestras vidas.
¡¡¡ Gracias Señor, el amor tuyo es extraordinario, guía, fortalece, da paz!!!. Hoy reconozco lo mucho que me amas y decido proyectarlo en mi diario vivir hacia quienes me rodean. En el Nombre de Jesús. Amén.
“Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los
otros, pues el amor cubre multitud de pecados”. 1 Pedro 4:8
otros, pues el amor cubre multitud de pecados”. 1 Pedro 4:8