En la vieja casona de campo propiedad de mis tíos maternos había un vitral hermosísimo de vivos colores. Durante una tormenta muy fuerte, la piedra lo arruinó… ¡¡¡daba pena verlo así!!!.
Un artesano de la zona, logró restaurarlo y en verdad quedó ¡¡¡mejor que antes!!!.
Tal vez algo se quebró en tu vida… una enfermedad, la pérdida de un ser querido, el abandono de un amor, la falta de un trabajo, una separación, un fracaso financiero…
Miras los pedazos que quedaron en pie, como en el vitral y no vislumbras nada bueno hacia delante.
¡¡¡Hoy te comparto las buenas nuevas!!!. ¡¡¡Alguien está atento a tu sufrimiento!!!.
“Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Sal 147:3)
Es quien tanto te amó que llevó sobre sí tu pecado (y el mío) para que fuera restaurada esa relación con Dios Padre, rota a causa de nuestras trasgresiones.
Él es el divino artesano que puede restaurar tu vida. Confiadamente entrégale los pedazos, reconoce tu error, pídele perdón de todo corazón y deja que el Espíritu Santo trabaje contigo.
Acepta su perdón y empieza una nueva existencia…¡¡¡será mejor que antes!!!, igual que el vitral.
La luz divina dará a tu vida un esplendor sin igual.
Cuando los seres humanos restauramos tratamos de restablecer la condición original de algo, pero… muchas veces quedan marcas.
Cuando Dios restaura algo, siempre crece, multiplica o mejora de manera tal que el postrer estado es siempre mucho mejor que el primero.
“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos, y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10)