"y vosotros estáis completos en Él que es la cabeza de todo principado y potestad"(Col. 2:10)
Cuando era
pequeña (todavía ahora me gusta) pasaba largas horas armando mosaicos.
El juego estaba conformado por pequeñas piezas
plásticas de colores muy brillantes y diferentes formas.
Había rombos celestes, rojos, amarillos,
negros, blancos y verdes. También triángulos, cuadrados y rectángulos.
Lo que no había era círculos.
El juego consistía en ir “encajando” cada pieza
en el lugar correcto para que quedara armada la figura.
Pero…¡claro! No era fácil y muchas veces quería
“encajar” piezas que evidentemente no entraban en ese lugar.
Todavía recuerdo que, al hacer fuerza para que
una de las piezas entrara en un lugar que no correspondía, la rompí.
¡Cuántas veces, ya adulta, quise hacer lo
mismo!…
Todos tenemos un “vacío”, un hueco en nuestro
interior y buscamos y buscamos cosas que encajen allí.
Pero…
Ese espacio sólo puede ser llenado por una
pieza perfecta: Jesús.
Anhelamos ser amados y sentirnos plenos y
satisfechos.
Sólo lo lograremos cundo abramos nuestro
corazón a Jesús y permitamos que su amor, gracia y perdón nos COMPLETE.
Entonces dejaremos de buscar en todas partes y ya no recogeremos “migajas” de ningún lado.
Recuerda… el “encaje perfecto” sólo está en el
único y verdadero Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Métete en el río del Espíritu y arma el MOSAICO
PERFECTO.
Señor, reconozco que
la única pieza que encaja perfecto en mi interior eres Tú. Te abro mi corazón
para que, a través del Espíritu Santo anides en Él, quiero que gobiernes mi
vida. Gracias por tu amor incondicional que me reconcilió con el Padre a través
de tu sacrificio en la cruz. Desde hoy me declaro COMPLETA en Ti. Amén, Amén y
Amén.