Lectura:
Eclesiastés
3
“Todo tiene su tiempo y todo lo que
se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1)
Un día a la vez… es el único modo de poder sobrellevar las diferentes
crisis que se nos van presentando en el camino de la vida.
Ayer ya pasó… mañana quizá no será… Es
necesario ser “entendidos en los tiempos”, en este tiempo que nos toca vivir…
HOY… El mirar hacia atrás sólo nos conducirá a la depresión… El querer
adelantarnos, nos conduce derechito a la ansiedad y al desasosiego. ¿Qué hacer
entonces? Pedirle al Señor sabiduría y fuerzas para HOY… Esta situación tan
especial por la que está atravesando el mundo por la Pandemia del corona virus,
es un buen momento para acercarnos a Él. El hogar es un excelente lugar para recibir
enseñanzas directas del cielo. Es el lugar de nuestra intimidad, donde nos
mostramos tal cual somos, sin maquillajes, ni ropas sofisticadas, peinados
impecables…
Son días de grandes desafíos donde será
necesario realizar una lectura espiritual de los acontecimientos, a la luz de
la Palabra.
Porque a veces vivimos a destiempo…
Salmos 31:15 nos dice que nuestro tiempo está
en manos de Dios, que es nuestro creador y sustentador… Entonces… ¿por qué
afanarnos y turbarnos?
Si depositamos nuestra confianza en el dueño
del tiempo, no tendremos temor, sino esperanza y viviremos cada día como si
fuera el mejor, el último que nos tocara vivir… disfrutándolo, agradeciéndolo…
Reflexionemos: ¿Qué es lo que nos preocupa? ¿A
qué tememos? ¿En qué o en quién está depositada nuestra confianza? ¿Qué estamos
haciendo con el tiempo? ¿Estamos aprovechándolo realmente?
¿Estamos muy nerviosos porque no podemos hacer
esa lista interminable de actividades que estábamos acostumbrados a hacer?
¿Qué está pasando en nuestro interior?
No podemos salir de esta situación, tal cual
entramos, algo tendremos que haber aprendido…
Oremos: por todos aquellos a
los que les resulta muy difícil posicionarse en el presente, porque están demasiado
preocupados y cargados. Pidámosle, con fe, creyendo realmente, poder desarrollar la confianza necesaria para entregar
cada una de nuestras cargas al dueño del tiempo, a Jesús…