“Líbrame
de mis enemigos, oh Jehová; en ti busco refugio” (Salmo 143:9)
Hay muchos enemigos
que pueden rodear mi vida y tratando de quitarme la libertad. Estos
enemigos no están afuera, sino adentro de cada uno de nosotros. Se trata del
temor, la culpabilidad, la inferioridad y el odio. Estos sentimientos negativos
y destructivos son terribles verdugos que quieren oprimir mi alma y la tuya.
1) Es de vital
importancia reconocer, es decir sacar a la luz el objeto de nuestros temores,
para poder así enfrentarlo y darle batalla. La vida humana está llena de
temores secretos que se esconden en los rincones oscuros de la nuestra personalidad.
2) En cuanto a la
culpabilidad si es por haber cometido un error (pecado) el mejor remedio es
pedir perdón a Dios y a la persona que se haya visto afectada por ese error,
haciendo restitución en caso de ser posible.
3) En cuanto a la
inferioridad es necesario tener en cuenta que este sentimiento interfiere con
los logro, predisponiendo a la desesperanzas. Por el contrario, la confianza en
sí mismo, conduce a la realización
personal y un exitoso resultado.
Es terrible pensar
qué elevado es el número de personas que se sienten frustradas debido al
complejo de inferioridad. Si se lo pides, el Señor te librará de este enemigo.
4) También el Señor
me libra del odio. El odio, el rencor, la mala voluntad, los celos, el
ser vengativo, son actitudes que producen enfermedades. Cuando tenemos un ataque
de ira, esa aguda sensación se siente en alguna zona del cuerpo.
Las reacciones
químicas que se desencadenan en el organismo debido a los estallidos emocionales
afectarán nocivamente su salud. Si este estado de cosas perdura bien sea
en forma violenta o bien en forma constante, se dará un deterioro en las condiciones
generales del organismo. Por ello el Señor hoy quiere librarme de ese
enemigo también.
Señor, te doy gracias porque me liberas de los enemigos
ocultos, esos que están escondidos dentro de mí y no me permiten disfrutar de
todo lo bueno y lo sano que Tú tienes para mi vida. En este día, decido
entregarte todos estos sentimientos negativos, destructivos y temerosos que me
asedian para que vos los cambies por Tu paz que supera todo entendimiento
humano. En el N de Jesús, Amén, Amén y Amén.