“Mira que te mando que te esfuerces
y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
donde quiera que vayas” (Josué1:9)
¿Quién no se ha sentido solo alguna vez?
Y ese sentimiento de soledad a pesar de
estar rodeado de mucha gente que nos quiere, es el que nos lleva a pensamientos
negativos que no tienen nada que ver con
lo que Dios quiere para nosotros.
En esos momentos tomamos malas decisiones,
cometemos errores y nos sentimos víctimas de los demás, de la vida, hasta de
Dios. Nos sentimos en derrota, sin esperanzas y con un negro futuro de más
soledad por delante…Dios ve tu tristeza y sola/o que te sientes, las lágrimas que
brotan de tus ojos y recorren tus mejillas. Te ve cuando tratas de esconder tu angustia
delante de la gente, cuando sonríes sin realmente sentirlo, cuando ayudas, sin
tener ánimo de hacerlo. Conoce el esfuerzo que haces porque la gente no note tu
tristeza y soledad que hoy sientes… Y no quiere que sigas sintiendo algo que no
es verdadero, tú no estás sola/o, jamás lo has estado,
porque Él siempre ha estado de tu lado, aún en los momentos más difíciles y en
los cuales has creído que se ido, aún en esos momentos, allí estaba. Aún en
aquellos momentos en los que fallaste y creíste que se había apartado, que se
había enojado, aun en esos momentos, ha sanado tus heridas y te ha puesto de
pie nuevamente, jamás te ha dejado, ni te dejará.
Pueda que en este momento no puedas comprender
todo lo que ha pasado en tu vida y por lo cual te sientes sola y triste, pero
confía en el Señor. Él te ama y cuenta contigo, a pesar de tus errores, tiene
un propósito hermoso para tu vida, que ha de cumplir.
La soledad puede hundirte lentamente si no
decides darle batalla, sólo Él tiene el poder de levantarte de donde estés.
Deja de pensar que no podrás, sólo confía y sonreí, aunque no tengas ganas de
hacerlo, porque el gozo sólo proviene de Su presencia…
Él no quiere que pases más noches de llanto,
de lágrimas, quiere que te levantes, que comiences a escribir una nueva hoja en
la historia de tu vida.
Amado
Padre, hoy decido buscar Tu presencia de todo corazón, me tomaré muy fuerte de
tu mano, reconozco que en los peores momentos de mi vida, siempre has estado
junto a mí, aunque yo muchas veces no lo he reconocido. En el Nombre de Jesús,
te pido que sanes mi corazón herido, que la dulce presencia del Espíritu Santo
inunde mi vida, mi casa, mi familia, te necesito… Amén, Amén y Amén.