Es la primera apelación que encontramos en la Biblia a favor de la igualdad de los derechos de la mujer. Estas mujeres enfrentaron la adversidad que les tocó vivir, ya que por ser mujeres se iban a quedar sin herencia. Su tenacidad, tacto, coraje, sabiduría y gracia, obtuvieron la VICTORIA. En lugar de quedarse llorando, murmurando o quejándose, plantearon la situación delante de Moisés y solicitaron heredad entre los hermanos de su padre. Moisés lleva la causa delante de Dios y Él responde afirmativamente a la petición de las hijas de Zelofehad, de la tribu de Manasés. Este episodio marcó un hito, ya que a partir de ese momento se modificó la Lay de la herencia. Gracias a su accionar, cambiaron el futuro de las mujeres israelitas.
Ellas moldearon su futuro, asumieron su responsabilidad y actuaron en el momento preciso. Lucharon por sus derechos, confiando en la justicia divina.
Dios las defendió, porque recurrrieron a Él y lo reconocieron como Proveedor y Libertador. Se mantuvieron firmes ante sus convicciones y enfrentaron la desigualdad, sin perder la compostura, por lo que Dios se glorificó y se manifestó como un Dios que se pone de parte de TODOS, que no hace acepción de personas, que defiende a todos por igual, que NADIE es pequeño a sus ojos.
La actitud de estas mujeres nos sirve de ejemplo al momento de enfrentar nuestros propios desafíos.
Gracias Padre, porque eres un Dios bueno, fiel, misericordioso y justo y ante Tí, no hay grandes y/o pequeños, somos todos iguales y movilizas Tu mano, cuando ves un corazón necesitado, que confía en Tu gran amor. Me acerco a Tí en el Nombre de Jesús, a presentarte mi causa .............. creyendo que harás justicia. Amén, Amén y Amén.