¿A qué te estás aferrando? Sólo Jesús es nuestro verdadero sostén |
“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1º Cor. 10:12)
Cuenta la historia, que en un pequeño pueblito del noroeste argentino,
una calurosa mañana de enero, la calma fue interrumpida por la estridente
sirena del cuartel de bomberos.
Mario, comerciante y bombero voluntario, corrió al cuartel, se vistió
con las ropas adecuadas y junto a otros compañeros subió a la autobomba y se
dirigieron al lugar del siniestro.
¡Cual fue su sorpresa al ver que el vehículo se detuvo delante de su
casa!
Sólo hacía un par de horas que se había ido y ahora…¡la vivienda estaba
envuelta en llamas!
Traslademos esta ilustrativa historia a nuestra vida.
¿Cómo está tu casa?
Quizá eres muy activo/a en tu entorno social y laboral. Tal vez siempre
estás dispuesto/a a colaborar con los demás, a apuntalar cuando es necesario,
hasta es posible que arriesgues tu vida para ayudar a otros, como en el caso de
Mario, pero…
¿Estás seguro/a que “tu casa”, es decir, tu vida eterna, tu salvación,
no corre peligro?
¿Cómo está tu relación personal con Dios?
¿Es Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida?
Escucha HOY el sonido de la sirena que anuncia: “huye de la ira venidera” (Lc.3:7)
Está muy bien apagar el fuego de los dardos que arroja el maligno,
pero…¡¡¡cuidado!!! Lo que no debemos apagar es el fuego del Espíritu Santo y si
no estamos atentos al combustible espiritual, el fuego se apaga.
Ponte a cuentas con Dios, acepta al Señor Jesús como Rey de tu vida,
busca Su voluntad.
Sólo quien está en paz con Dios, puede ocuparse sinceramente del bien de
los demás.
¡Señor! Te entrono en mi vida, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Reina en mi
corazón, en mi hogar, en mi familia, en mi trabajo. Hoy con humildad me acerco
a tu presencia en el Nombre de tu Hijo Jesucristo para pedirte perdón por mis faltas
y solicitar tu ayuda para estar siempre en el lugar de tu voluntad. Amén, Amén
y Amén.