martes, 28 de enero de 2014

DISCIPLINA DE PAPÁ

“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar, sobre ti fijaré mis ojos” (Sal. 32:8)

Todos los seres humanos pasamos por situaciones de dolor, dolor físico y/o dolor del alma.
Corremos una carrera tan desesperada buscando lo placentero, lo cómodo, lo práctico, que perdemos de vista que a veces el dolor es precisamente el síntoma que necesitamos para darnos cuenta de que “algo” no anda bien.
Ese dolor, esa angustia, esa enfermedad, esa pérdida, es precisamente la que nos indica en qué lugar, en qué área de nuestra vida estamos estancados.
¡¡¡Animémonos a dejar de lamernos las heridas!!! ¡¡¡Pongámonos de pie!!! ¡¡¡Ya no es tiempo de seguir “dormidos”, ¡¡¡Basta de sentir autocompasión!!!…
Hay cosas que deberemos cambiar, yugos que tendremos que cortar, amarras que deberemos soltar, caminos que es necesario enderezar, sendas por las que ya no deberemos transitar.
Tendremos que reconocer que previo a toda VICTORIA hay una gran batalla, que siempre detrás de un ÉXITO hay numerosos fracasos.
El Señor nos ama y a quien ama disciplina porque es nuestro papá.
No es lo que me sucede A mí, lo que marcará la diferencia sino lo que sucede EN mí.
No es el tamaño del problema, sino como YO MANEJO EL PROBLEMA.
Lo importante no es lo que suceda en la vida, lo fundamental es no darse por vencido y volver a empezar.
Con Papá, con nuestro ABBA PADRE (papito) siempre hay una nueva oportunidad, un nuevo comienzo.
Él hace nueva todas las cosas y nos invita a cambiar nuestra actitud (Is 54:1-3)

Señor, gracias por estar siempre a mi lado, cuidando mis espaldas, abriéndome paso entre la multitud. Hoy reconozco que este dolor es resultado de mis malas elecciones y acepto que hayas permitido que lo padezca porque debo crecer, de tu mano me levantaré en fe y comenzaré a avanzar hacia un nuevo comienzo. Creo que es posible, en el Nombre de Jesús. Amén, Amén y Amén.