“Los plantaré sobre su tierra y nunca más serán
arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová, Dios tuyo” (Amós 9:15)
Regando el jardín y admirando la mano de Dios en la
perfección de su obra, esta mañana muy temprano surgió esta sencilla reflexión.
Llamó poderosamente mi atención el tamaño de las
petunias colocadas en la jardinera del jardín situado al frente de mi casa, en
contraste con las plantadas en macetas más pequeñas colgadas en el patio
trasero y me pregunté: ¿Por qué plantines comprados en el mismo lugar y de
idénticos tamaños tuvieron un “desarrollo” con resultados tan distintos.
La tierra es similar,
el riego también, reciben sol de la misma manera…
¿Cuál es la diferencia? La diferencia radica en el sitio en que cada una fue plantada.
Si llevamos
esta situación al plano espiritual, podemos observar que para obtener un mejor
desarrollo en todas las áreas de nuestra vida, para poder desplegar todas las
“potencialidades” que Dios ya ha puesto dentro de cada uno de nosotros, es
fundamental “el lugar” en que hemos sido plantados.
¿Dónde estamos plantados? Para poder echar raíces más
profundas y expandirnos, es necesario que estemos en el plantío de Jehová,
afirmados, establecidos en Cristo (Ro. 6:5)
Examina tu vida través de este sencillo ejemplo:
¿Cómo es tu vida? ¿Estás dando “flores” con el tamaño
que deberían tener? O sólo salen pimpollos que ni siquiera llegan a convertirse en
flores?
¿Estás plantado/a en el lugar de la voluntad de Dios?,
o te la pasas trasplantándote de un lugar a otro porque no te sientes bien en
ninguna parte.
Si estás floreciendo con todo esplendor y brillo…
¡estás en el lugar correcto! Pero…si tus “flores” son muy pequeñitas y no
prosperan… ¡Busca la voluntad de Dios! ¿Cómo? Acrecienta los momentos de
intimidad con Él, ora más, lee más, congrégate más. ¡No te quedes solo/a y
aislado/a “Ay del solo, dice el Señor!
Busca la guía del Espíritu santo, de hermanos más
crecidos en la FE, de personas que marchen en tu misma dirección.
Dios ya te ha bendecido con todo tipo de bendiciones
espirituales (Ef. 1:3)
Si no te sientes bendecido/a, sino como una tierra sin
cultivar, aférrate de esta promesa “…el yermo se gozará y florecerá como la
rosa” (Is.
35:1) “…verán
la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro”
Señor mío y Dios
mío, en este día tomo la decisión de permanecer plantado/a en tu casa y me
aferro a tu promesa de que floreceré como la palmera y aún en la vejez
fructificaré y estaré vigoroso/a y verde. Te doy las gracias, en el Nombre de
Jesús. Amén, Amén y Amén.