“Tiemblan y titubean como ebrios y toda su
ciencia es inútil, entonces claman a Dios en su angustia y los libra de sus
aflicciones” (Salmo 107:)
El dolor, la enfermedad, aún deja sin palabras
a los más sabios… entonces preguntamos hasta con enojo, ¿¿¿dónde está Dios???
Cuando en realidad deberíamos preguntar… ¿Dónde estamos los hombres que nos
hemos apartado tanto de Dios? Pensamos que Él no está y en realidad, somos
nosotros quienes nos hemos alejado…
Estamos en un tiempo de amenaza global, el 50%
de la población del mundo se aglomera en las zonas urbanas, en las grandes
ciudades y como consecuencia hay deforestación, con todas las consecuencias
nefastas que ello trae aparejado.
El hombre está permanentemente desafiando a
Dios Su creación, la naturaleza… Pero Dios no es lejano, sino un Dios cercano
que se conduele por todo lo que está ocurriendo, Su corazón es sensible,
compasivo y misericordioso ante las necesidades de su creación… Las crisis siempre nos conducen a vivenciar a
Dios, a llamarlo, a buscarlo, a reconocer que lo necesitamos, que todo es
insuficiente, que lo único capaz de
llenar todo y que tiene el control absoluto de todo es Él.
Cuando una crisis se presenta, tiene tres fases
por las que debemos transitar:
1.- Entrada en la crisis: allí lloramos,
gemimos, nos desesperamos, protestamos, nos rebelamos…
2.- En medio de la crisis: clamamos a nuestro
Dios, reconociendo que es el único que nos puede salvar… Hacemos memoria de Su
misericordia, de cómo muchas veces nos rescató de las muchas aguas, y que en Su
Soberanía sólo Él puede revertir la situación reinante...
3.- Saliendo de la crisis: cuando comenzamos a
quitar la mirada y la mente de ese problema, de ese dolor, de esa angustia y
nos focalizamos en la grandeza de nuestro Señor… es allí, donde podemos
manifestar PAZ, aún en medio de las peores situaciones. Recién allí, nuestro
horizonte se aclarará y veremos esa lucecita de esperanza tan necesaria para
continuar…
¿Qué es necesario hacer entonces?
Agradecer, agradecer y agradecer… Los hombres
tendemos a ser desagradecidos, a olvidarnos los favores recibidos… El salmista
nos invita a alabar la misericordia de Dios y sus maravillas para con los hijos
de los hombres (v 31)
Alguien dijo:
“EL DOLOR ES EL MEGÁFONO QUE DIOS UTILIZA PARA
LLAMARNOS LA ATENCIÓN”…
¡¡¡No permanezcamos indiferentes!!! ¡¡¡Escuchemos
hoy Su voz!!! ¡¡¡Experimentemos, agradezcamos y demos testimonio de la grandeza
de Dios en nuestra vida!!!
¡¡¡Ayudemos a que otros puedan encontrarlo
y disfrutar de una relación única y
personal con Jesús!!!
Oremos: por todos aquellos
que están sumidos en la desesperación, que se sienten solos, que se encuentran
sin poder hallar la salida a sus problemas, que están presos de adicciones, postrados
en un lecho de enfermedad y dolor, atados a la falta de perdón, al rencor, a
aquellos que han perdido el rumbo y van de un lado al otro tambaleantes…
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