En este mes de setiembre celebramos el día del maestro y el día del profesor, ambas profesiones, en diferentes niveles, pero que apuntan a una misma cosa: la educación.
Como el padre enseña a su hijo para que enfrente la vida un día por sÍ mismo, el maestro enseña a otros para que transiten por sí mismos los difíciles y peligrosos caminos de este mundo, siendo “luminares” en medio de las tinieblas.
Todas las personas de algún modo o de otro, enseñamos “algo” en algún momento de nuestra vida, aunque no sea de manera sistemática.
Dios nos ha llamado para enseñar y formar discípulos que puedan vivir lo aprendido y así formar a otros.
“Vayan pues a las gentes de todas las naciones , y háganlas mis discípulos…y enséñenles a obedecer todo los que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:19,20).
Recordemos y sigamos el ejemplo de nuestro GRAN MAESTRO JESÚS, quien vivió en esta tierra para enseñar y no tuvo cuidado de dejar su sabiduría en sus discípulos, para que pudieran llegar aún a limites que nunca hubieran imaginado.
“Cosas mayores que las que yo he hecho ustedes también harán”
La vida es un continuo aprendizaje y de cada persona, de cada acontecimiento y de cada circunstancia estamos siempre aprendiendo.
Dios nos sigue enseñando y perfeccionando. Si nos comportamos como verdaderos discípulos, comprenderemos que hemos sido puestos para enseñar “todo el consejo de Dios”
Cuando aprovechamos cada lección para trasmitirla a otros, nuestra vida se prolonga, trasciende y se proyecta. Y recibimos aún más sabiduría de lo alto.
Dios quiere usar tu vida como un canal de bendición a otros.
Este es un buen día para comenzar a compartir con otros no sólo nuestros aprendizajes sino también, nuestro corazón.
Señor, ¡¡¡gracias por enseñarme a través de tu Palabra y de tu Presencia, la mejor forma para vivir una vida abundante!!!. Gracias por mandarme maestros y ponerme cerca de personas que necesitan ser enseñadas, mientras yo mismo aprendo de Ti. Úsame en este día para bendecir a otros sabiendo que tengo tu bendición. En el Nombre de Jesús. Amén.