lunes, 10 de octubre de 2011

¡¡¡QUÉ PRIVILEGIO!!!

Las mujeres somos portadoras de vida, tenemos ese gran privilegio. Fuimos elegidas por Dios para colaborar con Él en la tarea de co-creadoras de vida.

“Herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” (Sal.127:3)

Junto a la capacidad de engendrar, nos ha sido concedido un “paquete especial” de virtudes (fruto del Espíritu), valores y destrezas que nos ayudan,  socorren y fortalecen para ejercer a pleno tan hermoso rol, que realmente es una misión, un legado otorgado por el Creador.
No es una tarea fácil, pero es tan gratificante y satisfactoria, como extenuante y complicada en determinadas etapas.

LA PRINCIPAL TAREA DE UNA MAMÁ ES HACER QUE SUS HIJOS APRENDAN A VALERSE POR SÍ MISMOS PARA PODER ENFRENTAR LOS DESAFÍOS QUE LE PRESENTARÁ LA VIDA.

Los valores humanos superiores se compendian en el perfil de una madre, de los cuales el amor es el que sostiene a todos los otros y en el que los otros convergen.

La mamá ama, acompaña, comprende, desarrolla un nivel superior de percepción, debido al fuerte vínculo que crea con sus hijos. Ejercita al máximo la paciencia (comienza a entrenarla desde que “aprende” a esperar 9 meses a que nazca su hijito/a).
El amor a los hijos es único y especial, perpetuo, transparente, carente de egoísmo y de ambición personal. Por amor una madre desafía hasta sus propios límites realizando actos verdaderamente increíbles para proteger o beneficiar a “sus cachorros”.

Cada vez que he realizado un trabajo, he dado a mi empleador lo mejor de mí.
Pero mi mejor empleo fue recibido hace 35 años cuando me convertí por primera vez en mamá.
Cada día pasado con cada una de mis 6 hijas no fueron solo una colección de horas, sino una nueva oportunidad de enseñar, entrenar, disfrutar y aprender junto a ellas.
Fue el empleo más gratificante, más satisfactorio y más importante que he tenido.
Este título de mamá es el que ha habilitado para obtener el de abuela, estrenado hace 7 años y que se sigue renovando con cada retoño (ya son 5).

“Corona de los viejos son los nietos” (Prov 17:6)

Quiero dejar como herencia a mis hijos, nietos y generaciones siguientes un legado de amor, EL GRAN AMOR DE DIOS, MI GRAN AMOR POR DIOS, mi fe, principios y valores que NUNCA PERECERÁN.