“Levántate, resplandece; porque
ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Is. 60:1)
Dios nos incorporo a su plan y
destino a sus hijos, no a los ángeles, sino a sus hijos, para reflejarlo.
Fuimos creados a Su imagen y semejanza…
Has sido diseñada/o para que la
gente cuando esté junto a vos, pueda entender en parte, como se vive en el
cielo y como es vivir aquí, en la tierra, con el cielo adentro.
Y no estamos hablando de una vida
anormal, sino de una vida totalmente común, pero pudiendo gozar de un
“adelanto”, las “arras” del Espíritu Santo, un anticipo de lo que será gozar
para siempre de la eternidad.
En otras palabras, debemos
reflejar la vida de cielo en la tierra. Las limitaciones humanas no son un
obstáculo para reflejar Su gloria.
Dios hace brillar su luz, y los
habitantes del mundo lo verán reflejado en tí. Lo más parecido al Cielo en la
tierra, somos nosotros, eres tú, soy yo...
Tenemos autoridad otorgada por Su
gracia para ser reflejo de lo eterno, luz, en medio de las tinieblas.
Dios va a encender a sus
representantes. Todo lo que esta activado en el Cielo, se verá por medio
nuestro en la tierra.
Las llaves para que se abran los
cielos en la tierra está en mano de los hijos de Dios, están en tus manos y en
las mías.
La pregunta es ¿Se puede vivir en
la tierra reflejando lo que sucede en el Cielo? La respuesta es: Sí.
Cada uno de los hijos de Dios, es
la casa visible de un Dios invisible. Somos templo del Espíritu Santo, tenemos
a Dios no sólo con nosotros, sino
también en nosotros.
Si soy templo, quiere decir que
en mí habita todo lo que en el cielo habita.
La aparición de Jesús en el mundo
fue un escándalo. ¿Por qué? Porque Él vivía en la tierra como estaba
acostumbrado en el Cielo.
Lo que para Jesús era normal,
para la gente era una locura. Ahora, los resultados fueron multitudes de
personas transformadas por el Poder del Reino. Los resultados fueron,
multitudes de corazones viviendo como en el Cielo, pero en la tierra.
Padre amado, me comprometo a ser tu representante aquí en la tierra. Sé
que no es fácil, porque las Leyes del Reino, no son entendidas, ni aceptadas
por la mayoría de las personas, pero me has dado autoridad para poder mostrar
Tu luz en un mundo de tinieblas. Es una gran responsabilidad, pero también un
gran privilegio, te damos gracias en el Nombre de Jesús, Amén, Amén y Amén.