¿Te gusta la Matemática?
Hoy te
invito a que en tu vida diaria apliques esta fórmula.
En medio de crisis o problemas,
puede ser que se te haga difícil mantener la confianza y esperar en Dios.
Tenemos que reconocer que en la
vida habrá tormentas de variada intensidad, pero tarde o temprano, como en lo
natural SIEMPRE sale el Sol.
La seguridad más grande que un
ser humano puede experimentar, es saber que, ya sea que estemos atravesando
oscuras nubes y nuestro día sea oscuro, ya sea que caiga lluvia o brille el
Sol, Dios tiene todo bajo control.
Tengo algunas plantas en mi
patio, y hay entre ellas una que es especialmente hermosa cuando está florecida,
es un jazmín paraguayo con sus fragantes flores violetas y blancas.
Como florece en primavera,
inevitablemente, todos los años llegan las lluvias y este arbusto se ve azotado
por la tormenta.
Las ramas floridas se sacuden y
parece que toda su belleza desaparecerá. Pero…cuando el viento se calma al
llegar la mañana, el sol derrama su luz y su fuerza sobre la planta, puedo ver
con alivio que sus ramas están erguidas otra vez y que a pesar de que hay
numerosos pétalos en el suelo, otros muchos pimpollos están abiertos.
El jazmín no solo recobró su
gloria, sino que luce más hermoso que antes. Al estar en medio de la feroz
tormenta, parecía que iba a ser vencido.
Pero cuando entró en
contacto con una fuerza más potente que la de la tormenta, recibió fortaleza, y
su belleza no solo fue restaurada, sino que fue mayor.
Lo mismo ocurre en nuestra vida,
si estamos en comunión con el Espíritu Santo, no importa lo terrible que sea la
tormenta, seremos más que vencedores.
¿Qué tormenta amenaza tu vida?
¿Sientes que tus pétalos están
cayendo y tienes miedo de no poder volver a florecer?
El Espíritu Santo que te habita
es el secreto de tu fortaleza y de tu victoria.
Habrá dolores y decepciones, habrá
tragedias. Pero Dios se ocupa de que pasada la tormenta el sol vuelva a
aparecer.
La responsabilidad tuya y mía es
enfrentar esas nubes oscuras y saber qué hacer con los dolores y decepciones,
cuando llegue el momento.
Podemos aplicar la fórmula arriba
consignada, si hemos comprendido que somos hijos de Dios, que el Espíritu Santo
vive dentro de nosotros si hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y
Salvador.
Confiando en Sus promesas y
esperando en Él, podrás obtener la valentía que necesitas para enfrentar tu
vida cada día.
Padre, en el Nombre de Jesús te pido que no permitas que las dificultades, esas nubes que en ocasiones oscurecen el cielo, traigan derrota a mi vida. Pongo mi confianza en Ti permitiendo que dispongas de esas nubes, con la esperanza que me brinda saber que el Espíritu Santo me ayudará y que la VICTORIA está asegurada. Amén, Amén y Amén.