lunes, 9 de marzo de 2015

VALIJAS

“Mía es la venganza y la retribución…” (Dt. 32:35)
Todos transitamos la vida cargando valijas, más livianas en algunas oportunidades, más pesadas otras. Ese equipaje está formado por heridas profundas, recibidas en el pasado pero que siguen allí, vigentes, hasta a veces sangran…
Queremos sentirnos felices, saludables y completos, pero no podemos dejar esos pensamientos atrás. Creemos que ya están superados pero…vuelven una y otra vez, hasta con mayor fuerza aún.
La venganza se acaricia como única esperanza y no nos sentimos libres. Hasta llegamos a pensar ¿dónde estaba Dios en ese momento?... ¿Por qué?
Planear vengarnos por nosotros mismos es lo mismo que decirle a nuestro Padre: -no confío en tus promesas, quiero controlar yo solito/a la situación y hacer por mi cuenta Tu trabajo (Él es el único juez).
Cuando nos enfocamos en la venganza hacemos cosas locas que no nos satisfacen, no nos sentimos bien, no funcionan.
Dios nos perdonó, ninguno de nosotros estábamos exentos de pecado, pero Jesús no nos condena, la cruz no limpió.
Y cuando yo perdono, le estoy dando a otros lo que Él me dio a mí, lo que yo recibí por gracia, no porque lo mereciera.
Habrá que reconocer que hay personas que lastiman una y otra vez, será necesario tomar distancia de ese tipo de gente. En el caso de no poder hacerlo físicamente, por lo menos deberemos tomar distancia emocional.
Perdonar es dejar el deseo de venganza, desear que el bien llegue a su vida, no significa retomar la relación, si la persona no muestra arrepentimiento.
Debemos liberarnos de esas valijas porque si las seguimos cargando, viviremos en forma miserable, sin poder disfrutar de una vida abundante.
Dios nos creó para ser LIBRES, para que andemos livianos por la vida sin rencores, sin odios, sin malos recuerdos…
Tenemos que dar el primer paso de este proceso que no es fácil ni sencillo.
Debemos darle a otros lo que de gracia hemos recibido y…¡debemos hacerlo YA!
Esto no tiene que ver con el otro, tiene que veer con nosotros. Debemos liberarnos para poder descansar de ese pesado equipaje que venimos arrastrando tal vez desde hace varias décadas.

Señor, eres mi sanador, pon tus manos sobre mis heridas y ayúdame a perdonar para poder viajar liviana y disfrutar de la vida buena, abundante y victoriosa que vos quieres darme. Hoy te entrego mis valijas llenas de dolor, cámbialas por Tu PAZ. En el Nombre de Jesús, Amén, Amén y Amén.