domingo, 3 de febrero de 2013

¿TIENES SED?


Jesús nos dice: “más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).

Cuentan que una vez un hombre viajaba por el océano y su barco se hundió, quedó a la deriva por varios días antes de que milagrosamente fuera encontrado por un bote pesquero.
Al recuperarse de su pésima condición, contó que al sentir una sed tremenda, bebía agua del mar.
Ese había sido un grave error, pues la sal contenida en el agua lejos de saciarlo, producía en él más sed.
Junto con el agua salada, también introducía partículas de arena a su cuerpo. Estos componentes, empeoraban su deshidratación.
Esta historia trasladada al nivel espiritual en nuestra vida nos hace reflexionar acerca de que en muchas oportunidades sentimos sed.
Sed de amor, comprensión, compañía, atención… y buscamos en cosas, situaciones y/o personas que lejos de saciarnos, nos dejan con una sensación de vacío y de sed, mayor que al principio.
Es como si estuviéramos espiritualmente deshidratados. Entonces, el solitario se refugia en otro más solitario; el falto de amor lo busca en los placeres y la vida desenfrenada; el incomprendido se refugia en adicciones  o en mal humor tratando de llamar la atención y que se ocupen de él...
¡Ya es hora ya de que dejemos de llenar nuestro cuerpo de agua salada!...
No busquemos más saciar la sed, cualquiera que sea, en las cosas de este mundo. El único que puede hacerlo es nuestro compañero, mejor amigo y salvador Jesucristo.
Hagamos la prueba, no cuesta nada… ¡¡¡CON JESÚS NUNCA SE PIERDE…SIEMPRE SE GANA!!!
Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).

¡Gracias Señor por tu agua viva, que sacia toda necesidad! Quiero ser lleno/a de Tu Presencia y de tu poder para enfrentar mis circunstancias y disfrutar de una vida en victoria. Por mucho tiempo he buscado saciarme con otras cosas que no han logrado llenar mi vida. Declaro en alta voz que quiero ser repleto de tu amor. Dame a beber del río del Espíritu Santo y no tendré sed jamás, en el Nombre de Jesús, Amén.