“… Jesús lo vio acostado allí y
supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo: ¿Quieres ser
sano? El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el
estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que
yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y
anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su
camilla y echó a andar. (Juan 5:2-9)
Hoy el
Jesús te pregunta… ¿quieres ser sano?
Jesús te
ve cuando para los demás pareciera que eres invisible. Él te ve y conoce toda
tu vida, por eso no valen las excusas delante de Su Presencia, EL LO SABE TODO.
Jesús no
te obliga a nada, sino que como es muy respetuoso, te da la posibilidad de
elegir.
Hoy te
pregunta: ¿qué quieres que te haga?, ¿quieres ser sano?
Él conoce
tus pretextos y no pierde tiempo en ellos, frente a la excusa del paralítico le
dice, “levántate, toma tu camilla y anda”
Hay actitudes o palabras que logran que te paralices y
no puedas avanzar.
No puedo: quiebra tu voluntad,
contrarréstala diciendo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filip 4:13)
El
individualismo y el orgullo te paralizan. Muchas veces vivís en soledad o mal acompañada/o, porque
piensas: -Yo solo/a no puedo, pero otros pueden ayudarme.
Es necesario que tengas en cuenta que puedes estar
solo/a, pero no por eso tienes que convertirte en un solitario.
Será indispensable que te abras a los demás y no te
aísles.
Las excusas, son el refugio de quien no
quiere avanzar en la vida. Las usamos para engañarnos a nosotros mismos cuando
no queremos asumir responsabilidades y nuevos retos.
La dependencia de otros, de sustancias, de situaciones… no te permite desarrollar todo el potencial
que Dios puso en ti.
Te lleva a pedir limosnas, tiempo, cosas, que tal vez el otro no esté
dispuesto a dar.
¡No mires lo que no tienes, mira lo que
puedes tener!
¡No extiendas tu mano hacia arriba, sino
palma abajo!
¡No creas que si no tienes no lo logras,
lo logras porque no tienes!
Dios no te hizo para que estés
paralítico/a, sino para que camines, corras y alabes a Dios.
¡¡¡Avanza!!!
Amado Padre, en el Nombre de Jesús, te pido que me ayudes
a desplegar todo las posibilidades que vos pusiste en mi vida. Ayúdame como lo
hiciste con el paralítico de Betseda, quiero escuchar tu dulce voz diciéndome
al oído ¡¡¡Levántate, toma tu lecho y anda!!!. Me aferro a tus promesas y
avanzo, porque hay un nuevo horizonte para mí. Amén, Amén y Amén,