“Y el mismo
Señor de paz os dé siempre paz en toda manera…” (2 Ts. 3:16)
Uno de los deseos más
profundos del ser humano es el anhelo de la paz.
Es muy común encontrarse con
personas que suelen decir como si fuera un grito que explota desde lo más
profundo de sus entrañas
¡¡¡quiero paz!!!...¡¡¡solamente un poco de paz!!!
¡¡¡quiero paz!!!...¡¡¡solamente un poco de paz!!!
Las causas de falta de paz
interior son muchas y muy variadas.
Desórdenes mentales, malos
recuerdos, profundas angustias, sensaciones perturbadoras, ansiedad por el
futuro, miedo, tensiones, conflictos en las relaciones, problemas de salud.
Debemos pedirle a Dios la
sanación interior para poder hallar la paz que hemos perdido o que tal vez
nunca hemos experimentado.
Una oración hecha con fe y un
verdadero e intenso deseo de alcanzarlo, irá debilitando cada una de las causas
que nos provoca inquietud y seremos inundados de la paz de Dios que supera todo
entendimiento.
Pondremos delante del trono de
Dios cada área para que el Espíritu Santo trabaje con libertad en todo lo que necesite
ser invadido por su paz.
- ¡Pacifica mi mente! (Job 42:2-3)
- ¡Pacifica mis sensaciones, Señor! (Sal 13:3)
- ¡Pacifica mi cuerpo! (Sal 22:15-16)
- ¡Pacifica mis recuerdos! (Lam 3:18-22)
- ¡Pacifica mis ansiedades! (Sal 73:23-24)
- ¡Pacifica mis rencores! (Sal 37:8)
- ¡Pacifica mis miedos! (Sal 55: 19-23)
- ¡Pacifica mis afectos! (Sal 36:8-9)
- ¡Pacifica mi hogar! (Sal 133:1)
Padre
amado, en el nombre de tu hijo Jesucristo, clamo para que tu paz inunde mi
mente, acalle mis sensaciones, santifique mi cuerpo, ponga una venda sobre las
heridas que dejan mis recuerdos. Tu paz que es sobrenatural, calmará mis
ansiedades, desvanecerá mis rencores, se enseñoreará sobre mis miedos y se
instalará en mis afectos y en mi hogar mejorando todos mis vínculos.
Jesús príncipe de paz, sé que vos pondrás paz
en todas mis relaciones y yo podré disfrutar de la vida abundante, gratificante
y feliz por la que has muerto en la cruz del calvario. Amén, amén y amén.