Cuidamos mucho nuestro cuerpo (y eso está muy
bien) tratando de hacer ejercicios adecuados y acordes con la edad y
necesidades personales, controlando lo que comemos.
Cuidamos que sea alimento sano, evitamos la
comida chatarra, pocas grasas, dieta balanceada, etc.
Pero recordemos que el hombre es un ser
tripartito.
¿Qué quiere decir esto?
Que está formado por cuerpo-mente y espíritu.
¿Qué ocurre con lo que “ingerimos” a nivel
intelectual y/o espiritual?
¿Estamos cuidando lo que leemos, escuchamos y
vemos?
¿De qué llenamos nuestra mente?
“Eso” de lo que nos estamos nutriendo, tendrá
repercusiones en nuestros pensamientos, emociones, sentimientos e influirá
positiva o negativamente en nuestra vida espiritual.
¿De qué nos estamos alimentando?
Muchos programas de televisión, comenzando por
los noticieros que son altamente sensacionalistas, muestran imágenes
francamente horribles, que nos llenan de temor, impotencia y sentimientos que
nada tienen que ver con pensamientos placenteros y saludables.
Muchas veces esto es lo último que guarda
nuestro cerebro y da vueltas en nuestra cabeza durante toda la noche,
provocándonos un “descanso” que no es tal.
Nuestra mente queda en estado de “alerta” y nos
levantamos cansados y con una sensación de irritabilidad, que muchas veces no
podemos explicar.
¡¡¡Cuidemos nuestros pensamientos!!!
¡No llenemos nuestra mente con chatarra, con
lecturas que no nos edifiquen, con imágenes que nos intranquilicen y roben
nuestro estado de paz y armonía!
¿Cómo podemos hacer para alimentarnos mejor a
nivel mental y espiritual?
La palabra de Dios (que la encontramos en La
Biblia) es el alimento perfecto para mantener un equilibrio armónico.
“Fueron halladas tus palabras, y yo
las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jer 15:16)
Elevar la mente a nuestro Dios en oración, hará
que haya gozo en nuestro ser. Leer artículos y libros que nos edifiquen a nivel
espiritual, ayudará mucho.
Oremos juntos:
Señor, te doy las
gracias porque Tú pones en mí tanto el querer como el hacer. Es por eso que ante
tu trono de gracia, en el nombre de Jesús, tu Hijo amado, te pido poder gustar
de tu Palabra diariamente para que dirija mis pensamientos, mis palabras y mis
acciones. Amén
¡¡¡BUEN PROVECHO!!!