Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. (Salmo 55:22)
Jesús desea ser Aquél que cada día lleva nuestra carga, es por eso que nos invita a acudir a Él cuando estemos “cargados” con todo lo que la vida nos echa encima.Él nos ofrece su pronto auxilio en los momentos difíciles, diciéndonos: - ¡Ven a mí, entrégame esa carga, vas a ver que te sentirás aliviada/o!…”
A medida que comencemos a caminar con el Señor en nuestro diario vivir distinguiremos su voz de entre todas las demás y aprenderemos a reconocer su tono.
Si es bondadoso y misericordioso y nos ofrece bendiciones y ayuda, ¡¡¡es el Señor!!!, si suena condenatorio, amenazante, que retiene o condiciona su amor... ¡¡¡no es Él!!!, quizá somos nosotros mismos, tan implacables o el enemigo, al que le encanta acusarnos.
La postura de gracia de Dios hacia nosotros significa que siempre está deseoso de ayudarnos.
Cada vez que Él nos pide que hagamos algo, podemos estar seguros de que esto está destinado a beneficiarnos y a darnos ventajas.
Lee las siguientes dos oraciones, notando el tono en el que están escritas:
- “Si no haces lo que te digo, no vas a ser bendecido.”
- “Si tan solo hubieras seguido mis instrucciones, habrías sido muy bendecido.
La primera oración suena enojada, amenazante y autoritaria. La segunda es misericordiosa, preocupada y aconseja.
Aunque el Señor es la autoridad suprema en la vida, Él les habla a Sus hijos en forma distinta a como les habla a los demás.
Quiere enseñarnos cómo funciona realmente la vida espiritual, así que nos instruye, aconseja y guía (a través del Espíritu Santo). Él no nos intimida, amenaza o condena.
El Señor quiere hoy llevar nuestra carga y tiernamente nos aconseja a través de su Palabra para que vivamos en ALIVIO.
Gracias Señor, por extender tu mano de misericordia y hacerme oír tu dulce voz. A ti me acerco con alegría y te entrego mis cargas. Amén.