“Quédate quieto/a en la presencia del
Señor y espera con paciencia a que Él
actúe…” (Salmos 37:7 a NTV)
Se están viviendo tiempos de angustia y
ansiedad a nivel mundial a causa del COVID-19… y esto genera un caldo de
cultivo que puede traer otras consecuencias en la salud de la población debido a
la difícil situación, infartos, hipertensión, arterioesclerosis, etc… Estamos
demasiado tensos… y esto nos conduce, por un lado a aislarnos del virus, pero…
es necesario a la vez cuidar nuestro corazón, resolviendo cuestiones internas,
mentales, espirituales, emocionales…
Somos una unidad físico-psíquico-emocional-espiritual…
Los seres humanos tenemos tendencia a querer tener todo bajo control… en estas
situaciones no hay forma de hacerlo, entonces, nos desestabilizamos…
Sigamos el consejo del Señor consignado en la
Biblia… concentrémonos en el HOY … enfoquémonos en Él. Aquietemos cuerpo,
mente, emociones y permitamos que en la quietud Dios nos encuentre. Él nos está
buscando, nos está llamando, pero con tanto ruido, con tanto ajetreo, nos es
imposible escucharlo…
Este es un hermoso tiempo para que comiences a
tener una relación con Dios, si aún no la tienes. Es sencillo, a través del
sacrificio de Jesús, tienes libre acceso al trono celestial, sólo es necesario
creer, abrir el corazón, dejarlo entrar y comenzar a caminar de Su mano, con la
certeza de que Él ya cargó nuestros pecados en esa cruz para abrirnos el camino
que lleva hacia el Padre….
Si ya tienes una relación personal con Jesús,
profundízala, afiánzala… Ya no hay excusas, hay más tiempo… Agrega VIDA a tu
vida…
En este tiempo desarrolla mecanismos
preventivos para no enfermar ni tu cuerpo, ni tu mente, ni tus emociones…
¿cómo? fortalece tu espíritu…
Cuídate y quédate en casa, pero no te aísles…
usa el teléfono, la computadora, el celular… Aprovecha todos los medios
tecnológicos que estén a tu alcance…
El estar conectados con otros nos ayudará a
bajar los niveles de ansiedad. Necesitamos gobernar nuestro estado mental y
emocional y que el espíritu tome el control, sobre ellos.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y
te turbas dentro de mí Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Sal. 42:5)
Señor, hoy
venimos delante de Ti, porque reconocemos que somos frágiles criaturas y
necesitamos de tu fortaleza, amor, compasión, misericordia. Te entregamos el
control de nuestro cuerpo, mente, emociones, voluntad, porque eres nuestro
Creador y conoces mucho mejor que nosotros mismos nuestras necesidades.
Glorifícate en este tiempo, Padre, para que todos aquellos que no te conocen,
puedan volverse a Ti, reconociéndote como el único y verdadero Dios. Por Jesús
te lo pedimos y agradecemos sabiendo que en Tu tiempo, actuarás con poder.
Amén, Amén y Amén.