Lecturas:
Salmo 116
“Amo a Dios, pues ha oído mi voz y mis súplicas;
porque ha inclinado a mí su oído; por tanto le invocaré en todos mis días” (Salmo 116:1-2)
Es sorprendente cómo se agudizan los sentidos de
una mujer desde el embarazo para proteger a su hij@.
Según estudios científicos, la maternidad prepara el cerebro de la mujer, agudizando sus
sentidos, lo que le permitirá estar más atenta a las necesidades de sus niños.
El sentido del olfato se hace más fino durante
el embarazo, debido a la hormona prolactina.
A partir del momento del parto, se activan las
estructuras cerebrales dedicadas a este sentido.
Ocurre lo mismo con el sentido del oído. Una
mamá suele reconocer el llanto de su bebé entre diferentes llantos. Aún por la
noche puede dormir sin inquietarse ante los ruidos a su alrededor, pero ante el
menor quejido o movimiento del bebé, sus sentidos la despiertan a pesar del
cansancio.
Dios ha dotado al ser humano con todas las
capacidades necesarias para enfrentar los desafíos del diario vivir, no
olvidemos que fuimos hechos a su imagen y semejanza.
Si así se comporta una mamá, que es humana e
imperfecta, imagina cómo será el oído del Señor ante el clamor de sus hijos.
El mundo está lleno de sonidos, de ruidos, se
escuchan por todos lados voces de queja, lamentos, murmuración...
Pero el Señor distingue la voz de sus escogidos
que se acercan a él implorando su favor…
En ocasiones con ruegos inaudibles, porque
brotan de un corazón lleno de congoja, pero por medio de la fe, estos captan la
atención del padre celestial.
No dudes ni un instante, el Señor puede percibir
el sonido de tu voz entre tantos rumores y voces que claman en el mundo.
Por tanto acércate a Dios con fe y certeza, cada
día invoca su Nombre, él ha inclina su oído y
escucha la voz de tus súplicas.
Oremos:
Padre celestial, quita de mi cualquier pensamiento
de duda e incredulidad, me acerco a Tí con fe, haciendo mías tus palabras del
salmo 116 y confieso, ¡Te amo señor, porque has oído mi clamor y mis suplicas!,
en el nombre de Jesús Ame, Amén y Amén.