Un joven muchacho entró apresuradamente dentro de un comercio para hablar por un teléfono público.
El cajero que estaba cerca no pudo evitar escuchar la conversación, que fue más o menos así:- Señor, estoy buscando trabajo, ¿necesita un muchacho honesto, bueno y trabajador para que lo ayude en sus tareas?. ¿Cómo dice?, ¿que ya tiene alguien así y que no necesita a nadie más?. Bueno, disculpe, muchas gracias.
El joven cortó la comunicación y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, sus ojitos parecían bailar de alegría.
El cajero con mucha curiosidad, le preguntó por qué estaba tan contento, si en realidad estaba buscando trabajo y había recibido una respuesta negativa.
El muchacho, rió de buena gana y le contestó: - Bueno, es que yo soy el muchacho honesto y trabajador... ¡Estaba solamente probando si mi patrón reconocía mi labor!
¡Qué bueno es poder dar lo mejor de nosotros en cada una de las tareas que realicemos!.
Si lo hacemos de corazón como para nuestro Señor, también recibiremos recompensa de los hombres.
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23)
“Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los
hombres” (Prov.3:4)
No hay comentarios:
Publicar un comentario