Muchas veces vivimos
presionados por que queremos tener todo bajo control. Nos sentimos asfixiados y
casi sin fuerzas. Es como si todas las situaciones nos cayeran encima y
sentimos que no podemos acallar nuestros pensamientos.
Si nos detenemos y los
examinamos, podremos darnos cuenta de que lo que más queremos controlar, es
precisamente aquello a lo que más tememos. Si tenemos miedo a la enfermedad,
controlamos nuestra salud más de lo que corresponde. Si sobre nuestra cabeza
revolotea el temor a la infidelidad, controlaremos a nuestra pareja. Si la
sombra de la traición nos invade, estaremos todo el día pendiente de nuestros
amigos, compañeros de trabajo, etc.
De manera contraproducente,
cuanto más controlo, más miedo aparece. Y todas estas tensiones, bajarán al
cuerpo, uno de los primeros síntomas puede ser la contractura.
Vivimos presionados y nos
atamos a lo conocido porque tememos lo nuevo, entonces nos aferramos al dicho
“mejor malo conocido, que bueno por conocer”…¡¡¡ ERROR!!!.
La palabra de Dios nos dice
que lo que viene siempre es mejor y que si no abrimos nuestra mente, nuestro
espíritu y nuestros brazos, no llegará.
Debemos ser más flexibles y
menos estructurados, las ramas del pino, cuando les cae mucha nieve, se
quiebran, en cambio las del sauce, se hacen elásticas, dejan caer el peso y
permanecen sanas.
Dios
cree en ti, cree tú en ti mismo/a. Tienes la capacidad, para que todas las
cosas salgan bien, cree que mereces vivir con una vida más relajada y feliz.
No
hay condenación sobre tu vida.
“Yo soy el que borro tus rebeliones, por amor de mí mismo y no me
acordaré de tus pecados” (Is 43:25)
No te resistas a vivir una vida con
mejor calidad, de ti depende. Puedes decidir vivir la vida con miedo, tratando
de controlar todas las situaciones, esforzándote hasta lo indecible o disfrutar
de la vida abundante que Jesucristo te ofrece.
De vos depende…¡¡¡decídete!!!. Deja de
controlar todo y a todos y controla sólo tu vida, suelta ya, no vale la pena.
Da a los otros, libertad y te sentirás liberada/o.
“No acordéis de las cosas pasadas, ni
traigáis a la memoria las cosas antiguas. Yo hago cosa nueva; pronto saldrá a
la luz. Abriré caminos en el desierto y ríos en la soledad” (Is 43: 18-19)
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