domingo, 15 de septiembre de 2013

¡TRANQUILA/O, DIOS ESTÁ TRABAJANDO!

Bajo el paraguas de papá estoy segura
“Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación”
(Habacuc 3:17-18)

En muchas oportunidades nos desesperamos al no recibir la respuesta que quisiéramos. Todos hemos pasado por momentos en los que la desesperación nos impulsa a desconfiar de las respuestas de Dios. Esos momentos en donde nuestra mente acusa y nos quiere hacer pensar que Dios simplemente no va a responder.
Nos olvidamos que Dios trabaja en silencio, Él es el dueño del tiempo y jamás llega tarde, responde en el momento justo.
Tal vez te encuentres en  ese aparente silencio, en donde Dios pareciera que se ha olvidado de tu respuesta o en donde tu mente acusa y tu falta de fe te quiere llevar a dar todo por perdido.
¡Tranquilo/a!, Dios nunca da nada por perdido, Él siempre tiene la última palabra y si todavía no ha hablado no puedes dar por cerrado el caso.
Cuando Dios trabaja examina cada situación, cada momento, cada circunstancia, cada consecuencia que esa respuesta tendrá, Él evalúa los tiempos y coloca en su agenda el momento perfecto que en su infinita sabiduría ha llegado a la conclusión que tiene que responder. ¡No te desesperes!, ¡No dudes!, ¡Sé valiente! sólo confía y espera. Activa tu fe declarando en alta voz que Él esta trabajando para dar una respuesta perfecta a tu situación. La respuesta llegará
Dios tiene escrito en su agenda la forma, la hora, el lugar y todo lo que contiene esa respuesta perfecta que sin duda viene en camino y la cual no será en el tiempo que tu consideres correcto o según tus criterios, sino según la perfecta voluntad de Dios en el tiempo perfecto suyo.

¡Dios está trabajando! ... ¡Sigue creyendo!


Gracias Señor, porque sigo creyendo, confiando y esperando tu respuesta que sé que va a ser la mejor y más apropiada a mis necesidades, aunque tal vez no esté tan acorde con mi voluntad. Tú tienes cuidado de mí y sabes que el lo que más me conviene, es por eso que decido confiar en tu amor y protección. ¡Gracias, en el nombre de Jesús! Amén, amén y amén.

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