Bajo el paraguas de papá estoy segura |
“Aunque
la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto
del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de
la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Habacuc 3:17-18)
Y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Habacuc 3:17-18)
En muchas oportunidades nos
desesperamos al no recibir la respuesta que quisiéramos. Todos hemos
pasado por momentos en los que la desesperación nos impulsa a desconfiar de
las respuestas de Dios. Esos momentos en donde nuestra mente acusa y nos
quiere hacer pensar que Dios simplemente no va a responder.
Nos olvidamos que Dios trabaja
en silencio, Él es el dueño del tiempo y jamás llega tarde, responde en el
momento justo.
Tal vez te encuentres en ese
aparente silencio, en donde Dios pareciera que
se ha olvidado de tu respuesta o en donde tu mente
acusa y tu falta de fe te quiere llevar a dar todo por perdido.
¡Tranquilo/a!, Dios nunca
da nada por perdido, Él siempre tiene la última palabra y si todavía no ha hablado
no puedes dar por cerrado el caso.
Cuando Dios trabaja
examina cada situación, cada momento, cada circunstancia, cada consecuencia que
esa respuesta tendrá, Él evalúa los tiempos y coloca en su agenda el
momento perfecto que en su infinita sabiduría ha llegado a la conclusión que
tiene que responder. ¡No te desesperes!, ¡No dudes!, ¡Sé valiente! sólo confía
y espera. Activa tu fe declarando en alta voz que Él esta trabajando para dar
una respuesta perfecta a tu situación. La respuesta llegará
Dios tiene escrito en su
agenda la forma, la hora, el lugar y todo lo que contiene esa respuesta perfecta
que sin duda viene en camino y la cual no será en el tiempo que tu consideres
correcto o según tus criterios, sino según la perfecta voluntad
de Dios en el tiempo perfecto suyo.
¡Dios está trabajando! ... ¡Sigue
creyendo!
Gracias Señor, porque sigo creyendo, confiando y esperando tu respuesta
que sé que va a ser la mejor y más apropiada a mis necesidades, aunque tal vez
no esté tan acorde con mi voluntad. Tú tienes cuidado de mí y sabes que el lo
que más me conviene, es por eso que decido confiar en tu amor y protección.
¡Gracias, en el nombre de Jesús! Amén, amén y amén.
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