viernes, 1 de agosto de 2014

EL AUTÓGRAFO DE DIOS

“El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15)
Dios se hace presente en toda su creación, todos podemos admirar su obra, hasta quienes niegan su existencia, exaltan sus producciones a través de los tiempos.
Cuando nuestros ojos se extasían ante un paisaje, estamos viendo en él la majestuosidad del Creador.
Emisiones de carbón, basura excesiva, incremento del consumo de energía y escasez del agua son amenazas a nuestro planeta.
Nuestro comportamiento debería cambiar, pensando que el mundo creado no es sólo para satisfacer nuestras necesidades inmediatas y deseos.
Como humanos típicos, nos enfocamos en la creación puede hacer por nosotros, pero no tenemos en cuenta lo que nosotros podemos hacer por la creación.
Somos llamados a ser mayordomos, administradores cuidadosos de la tierra y de sus recursos.
Esta es una invitación a que nos ocupemos de este pródigo planeta ayudándolo a florecer y unirnos con toda la creación para testificar de la gloria de Dios.
Cuidar, proteger, cubrir la creación conlleva sacrificio, esfuerzo, para reciclar, componer, utilizar artefactos que no contaminen, cuidar el uso del agua.
Todos podemos aportar nuestro granito de arena, aunque para ello tengamos que resignar algunas comodidades.
Es necesario que tomemos con seriedad nuestro llamado a ser guardianes del medio ambiente, sabiendo que un día tendremos que rendir cuentas como administradores.
El cuidar de la creación es un acto de adoración a Dios, por lo tanto el ser negligentes en este aspecto, constituye un acto de desobediencia.
Preguntémonos a nosotros mismos:
¿Cómo estamos ejerciendo nuestra tarea de administradores?

Señor, en el Nombre de Jesús, te pedimos perdón como seres humanos por haber descuidado Tu creación, pensando que los recursos se iban a renovar en forma continua sin tomar las precauciones del caso. Hoy estamos pagando las consecuencias de nuestras malas acciones y es por ello que me propongo en lo que de mí dependa, cuidar, proteger y nutrirla para Tu gloria. Amén, Amén y Amén.


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