martes, 28 de abril de 2015

VIVIR EL CIELO EN LA TIERRA


“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Is. 60:1)
Dios nos incorporo a su plan y destino a sus hijos, no a los ángeles, sino a sus hijos, para reflejarlo. Fuimos creados a Su imagen y semejanza…
Has sido diseñada/o para que la gente cuando esté junto a vos, pueda entender en parte, como se vive en el cielo y como es vivir aquí, en la tierra, con el cielo adentro.
Y no estamos hablando de una vida anormal, sino de una vida totalmente común, pero pudiendo gozar de un “adelanto”, las “arras” del Espíritu Santo, un anticipo de lo que será gozar para siempre de la eternidad.
En otras palabras, debemos reflejar la vida de cielo en la tierra. Las limitaciones humanas no son un obstáculo para reflejar Su gloria.
Dios hace brillar su luz, y los habitantes del mundo lo verán reflejado en tí. Lo más parecido al Cielo en la tierra, somos nosotros, eres tú, soy yo...
Tenemos autoridad otorgada por Su gracia para ser reflejo de lo eterno, luz, en medio de las tinieblas.
Dios va a encender a sus representantes. Todo lo que esta activado en el Cielo, se verá por medio nuestro en la tierra.
Las llaves para que se abran los cielos en la tierra está en mano de los hijos de Dios, están en tus manos y en las mías.
La pregunta es ¿Se puede vivir en la tierra reflejando lo que sucede en el Cielo? La respuesta es: Sí.
Cada uno de los hijos de Dios, es la casa visible de un Dios invisible. Somos templo del Espíritu Santo, tenemos a Dios no sólo con nosotros, sino también en nosotros.
Si soy templo, quiere decir que en mí habita todo lo que en el cielo habita.
La aparición de Jesús en el mundo fue un escándalo. ¿Por qué? Porque Él vivía en la tierra como estaba acostumbrado en el Cielo.
Lo que para Jesús era normal, para la gente era una locura. Ahora, los resultados fueron multitudes de personas transformadas por el Poder del Reino. Los resultados fueron, multitudes de corazones viviendo como en el Cielo, pero en la tierra.

Padre amado, me comprometo a ser tu representante aquí en la tierra. Sé que no es fácil, porque las Leyes del Reino, no son entendidas, ni aceptadas por la mayoría de las personas, pero me has dado autoridad para poder mostrar Tu luz en un mundo de tinieblas. Es una gran responsabilidad, pero también un gran privilegio, te damos gracias en el Nombre de Jesús, Amén, Amén y Amén.



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