martes, 15 de septiembre de 2015

PLANTADOS

“Los plantaré sobre su tierra y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová, Dios tuyo” (Amós 9:15)
Regando el jardín y admirando la mano de Dios en la perfección de su obra, esta mañana muy temprano surgió esta sencilla reflexión.
Llamó poderosamente mi atención el tamaño de las petunias colocadas en la jardinera del jardín situado al frente de mi casa, en contraste con las plantadas en macetas más pequeñas colgadas en el patio trasero y me pregunté: ¿Por qué plantines comprados en el mismo lugar y de idénticos tamaños tuvieron un “desarrollo” con resultados tan distintos.
La tierra es similar,  el riego también, reciben sol de la misma manera…
¿Cuál es la diferencia? La diferencia radica en el sitio en que cada una fue plantada. 
Si llevamos esta situación al plano espiritual, podemos observar que para obtener un mejor desarrollo en todas las áreas de nuestra vida, para poder desplegar todas las “potencialidades” que Dios ya ha puesto dentro de cada uno de nosotros, es fundamental “el lugar” en que hemos sido plantados.
¿Dónde estamos plantados? Para poder echar raíces más profundas y expandirnos, es necesario que estemos en el plantío de Jehová, afirmados, establecidos en Cristo (Ro. 6:5)
Examina tu vida través de este sencillo ejemplo:
¿Cómo es tu vida? ¿Estás dando “flores” con el tamaño que deberían tener? O sólo salen pimpollos que ni siquiera llegan a convertirse en flores?
¿Estás plantado/a en el lugar de la voluntad de Dios?, o te la pasas trasplantándote de un lugar a otro porque no te sientes bien en ninguna parte.
Si estás floreciendo con todo esplendor y brillo… ¡estás en el lugar correcto! Pero…si tus “flores” son muy pequeñitas y no prosperan… ¡Busca la voluntad de Dios! ¿Cómo? Acrecienta los momentos de intimidad con Él, ora más, lee más, congrégate más. ¡No te quedes solo/a y aislado/a “Ay del solo, dice el Señor!
Busca la guía del Espíritu santo, de hermanos más crecidos en la FE, de personas que marchen en tu misma dirección.
Dios ya te ha bendecido con todo tipo de bendiciones espirituales (Ef. 1:3)
Si no te sientes bendecido/a, sino como una tierra sin cultivar, aférrate de esta promesa “…el yermo se gozará y florecerá como la rosa” (Is. 35:1) “…verán la gloria de Jehová, la hermosura del Dios nuestro”
Señor mío y Dios mío, en este día tomo la decisión de permanecer plantado/a en tu casa y me aferro a tu promesa de que floreceré como la palmera y aún en la vejez fructificaré y estaré vigoroso/a y verde. Te doy las gracias, en el Nombre de Jesús. Amén, Amén y Amén.

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