“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16)
Me encanta comer pescado, pero lo que no me gusta es
ver cuándo los pescadores capturan a los peces sacándolos del agua.
Al caminar al atardecer por la costanera de mi ciudad,
me puse a observar a un grupo de pescadores haciendo su tarea.
Pude así ver como un pez con desesperación trataba de tomar el oxígeno que solo
podía obtener del agua del río, su ámbito natural, tratando de sobrevivir.
Esta situación me llevó a preguntarme:
¿Cuál es el ámbito natural de los hijos de Dios?
El elemento de los hijos y de las hijas de Dios es el Reino, “nuestra
ciudadanía está en los cielos” (Filipenses 3:20)
Nuestro ámbito natural es Cristo, porque los creyentes estamos en Él y
Él en nosotros por medio del Espíritu Santo.
Habrá ocasiones en que el diablo hará grandes esfuerzos por sacarnos de
nuestro elemento, del Reino, de la
Iglesia , de Cristo.
Como un avezado pescador,
lanzará su caña provista con carnadas seductoras… ¡No temas!
La fortaleza para resistir y permanecer fiel radica en el amor y el temor del Señor.
Salir del elemento al que pertenecen los hijos de Dios no significa
otra cosa que morir. Como el pez fuera del agua que mediante bocanadas inútiles
intenta respirar para seguir viviendo.
Del mismo modo los hijos del Reino, los del Evangelio de Jesucristo,
inútilmente buscarán en el mundo como sobrevivir sin la oxigenación de la Palabra , sin la común
unión con otros hermanos, sin la
Presencia del Señor, sin el ejército de ángeles acampando
alrededor nuestro para defendernos.
¿Por qué?
Por la razón más elemental, no pertenecemos a este mundo. Vivimos en
él, pero sólo estamos de paso, es un tránsito hacia nuestra verdadera morada,
junto a Jesucristo en el cielo.
Señor Poderoso, sé que estás
preparando mi morada eterna allí, en el cielo, junto al Padre y al Hijo. Tengo
el privilegio de ser un ciudadano/a del Reino y como tal sé que tendré que
recibir envestidas del enemigo de mi alma, no temo, sé que cuando viene la
tentación, Tú me darás la salida. En el Nombre de Jesús, Amén, Amén y Amén.
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