"Tú diste alegría a mi corazón..." (Salmo 4:7)
Cumplo 65 y estoy feliz... Feliz por lo alcanzado... Me falta mucho por lograr en mi vida espiritual, pero no soy la misma y por la gracia de Dios y su misericordia, ya no volveré atrás.
No es que lo haya alcanzado (me apropio de las palabras de Pablo) pero prosigo hacia la meta, más liviana, sin el peso enorme del pasado, de las culpas, de los enojos, de la falta de perdón, de querer agradar a los demás, de ser "la perfecta" en los diferentes roles que asumo...
Fue muuuuuyyyy difícil aceptar mis fallas, mis yerros, mis limitaciones. Fue muy difícil (aún cuesta) aceptar mis cansancios, mis ganas de no estar con alguien, mis días nublados, mis días tristes.
Fue difícil aprender a amarme y a aceptar el amor y el perdón de Dios... Ese amor incondicional que me rodea... esos brazos que me acunan cuando me siento una niña y necesito Sus mimos.
Fue difícil acallar las voces de mi mente y expulsar aquellas que venían directas, como zaetas envenenadas, de parte del enemigo de mi alma.
Ahora... en mis 65 me paro y miro hacia atrás... levanto mi mano en señal de saludo y giro hacia adelante...
Hay un largo camino por recorrer... pero es luminoso, está allanado, el sendero es claro y sigo las huellas de quien ya transitó y las marcó para mí... mi amado Señor Jesús...
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