Es obvio que Dios no está hablando de algo físico, sino de un nuevo anhelo, de una transformación espiritual.
El “nacer de nuevo” recibiendo a Jesús en nuestro corazón, es algo tan sencillo que precisamente por esto mucha gente no lo capta…
¿Por qué? porque siempre pensamos que hay algo te tenemos que hacer para ganar el favor de Dios. Pero uno no se gana el favor como si se tratara de una rifa o de un billete de lotería.
Porque el favor está basado en una relación, no es algo que uno pueda ganar por azar .
No podemos pedirle un favor a un desconocido, sino a alguien con quien tenemos una relación y que confiamos en que hará “eso que le solicitamos”, sólo porque se lo estoy pidiendo.
El favor inmerecido de Dios es la GRACIA. Por gracia somos SALVOS por la FE en la obra de Jesucristo a nuestro favor.
La fe es un regalo…No accedemos a la salvación por obras, para que nadie se jacte, para que nadie se enorgullezca.
¿Qué hacer entonces? Arrepentirnos sinceramente por los pecados cometidos, estar dispuestos a apartarse de ellos y recibir a Cristo en nuestro corazón. Allí recibimos “nueva vida” y comenzamos a caminar con Él.
En ese momento, el Espíritu Santo viene a morar a tu corazón y será tu guía, tu compañero, tu consejero…
Te enseñará todo lo que necesites saber para que te conviertas en la persona que Dios quiere que seas…
Desde ese momento pasarás a ser hijo de Dios y tendrás una familia espiritual, la familia de la fe.
Y podrás comprobar que el Señor honra y visita a quienes lo buscan de todo corazón…
Cuando Dios escoge a alguien, lo atrae hacia Él, tiene contentamiento con él.
Entender esto nos ayuda a recibir el favor de Dios y a disfrutarlo, en lugar de esforzarnos por darle una razón para que tenga contentamiento.
Entonces dejaremos de tratar con nuestras propias fuerzas de “ganar” la aprobación de Dios, en lugar de reconocer que es un regalo suyo, al que se accede sólo por medio de la FE.
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