“Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15:12)
Es necesario abrir el corazón para que Dios lo llene de amor y desarraigue todo aquello que impide que podamos disfrutar de una fluida relación con Él y con los demás.
Dios
no pide mantener relaciones con personas que tal vez Él mismo está removiendo
de nuestra vida, pero sí, nos pide que las perdonemos.
Quiere
que al recordarlos no sintamos rabia, angustia, ni resentimiento en el corazón.
Dios
nos ama, Él es amor, por lo tanto, ningún sentimiento contrario al amor
proviene de Dios, es por eso que nos manda a amarnos los unos a los otros.
Sólo
lo podremos lograr si permanecemos en
Él…
Si
recibimos sus Palabras de verdad, amor y vida y hacemos de ellas el fundamento
de nuestra existencia.
Nos
dice que nos amemos unos a otros del modo como Él nos amó y nos ama a nosotros…
Quiere
que hagamos las cosas por amor y por eso quiere llenar nuestro corazón de Su
amor… ¡Claro! debemos decidir aceptarlo, recibirlo y brindarlo a otros.
El
énfasis de Jesús es que amemos, lo cual es una decisión, no un emoción.
Cuando
decidimos amar, el Señor nos provee el amor necesario para que podamos hacerlo
sin dificultades, sin impedimentos.
Y
no se trata de convertirnos en personas débiles y manipulables, todo lo contrario,
se trata de andar en luz, lejos de la oscuridad, sin odio, sin amargura, sin
resentimientos, a pesar de que los demás se equivoquen o no actúen del modo en
que nosotros esperamos…
Oremos juntos: Padre, en este día, decido amar sin importar la actitudes de las personas… Abro mi corazón para que lo llenes de tu amor, para dar a los demás. Colma mi vida para tener comunión contigo y poder estar siempre a Tu voluntad que es perfecta y agradable. En el Nombre de Jesús, Amén, Amén y Amén.
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