lunes, 23 de marzo de 2020

PANDEMIA


“¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! (Mateo 14:27)
Estamos en medio de una gran tormenta, en medio de un mar embravecido. Nuestra barca es frágil, pero en medio del caos, el Señor nos dice: soy yo… no temas…
Nos enfrentamos en estos días con desafíos emocionales, mentales y espirituales…
¿Qué hacer?
Como seres humanos imperfectos y potentes, no perfectos ni omnipotentes, en circunstancias inesperadas como la que estamos viviendo tomamos dos caminos… ambos equivocados.
1)      El miedo exagerado (paranoia) que nos conduce a la parálisis, un miedo extremo y enloquecedor que nos hace vivir en una situación de alerta continua y perdemos totalmente la paz…
2)      La negación, la displicencia, que nos lleva al descuido pensando que después de todo no es tan grave, que están exagerando demasiado. Por temor, muchas veces, negamos la realidad y preferimos construir una a nuestra medida que nos permita seguir viviendo como si no pasara nada…
Esto es muy peligroso, ya que nos conduce a no tomar los recaudos necesarios para cuidarnos y cuidar a los demás. Otras veces, por soberbia, pensamos, a mí no me va a pasar… como si tuviéramos una protección especial que los otros no poseen. Sabemos que Dios nos protege y prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin, a través de la fe en Jesucristo y en Su obra, aceptamos su Salvación… pero, no somos excepcionales, Él no hace acepción de personas… De lo que sí podemos estar seguros es que si le hemos entregado el control de nuestra vida Él hará lo mejor, porque Su Voluntad es buena, agradable, perfecta…
Otra de las cosas que nos conduce a la displicencia es la desconfianza, cuando tenemos desconfianza de todo y de todos, pensamos que siempre quieren engañarnos y que hay “algo” oculto detrás de cada situación. Entonces, nos rebelamos ante toda norma y regla que provenga desde las esferas de poder, sin pensar que tal vez nos estamos equivocando. Esta situación nos hace actuar contrariamente a lo que debiéramos hacer y nos ponemos en peligro, actuando sin sabiduría…
Entramos en un estado de miedo exagerado cuando pretendemos eliminar por completo cualquier riesgo. Tenemos que entender que por más que tomemos todos los recaudos, lo temido, puede suceder… entonces, podemos llegar a enloquecer tratando de tomar el control y eliminar riesgo.
Entreguemos el control a quien realmente es quien controla TODO ya que es el CREADOR y SUSTENTADOR de todo lo que existe…
Oremos juntos:
Señor, Dios Todopoderoso, eres el dueño del mundo y su plenitud, de la Tierra y todo lo que en ella existe. Nos presentamos delante de Ti pidiéndote que nos inundes de Tu paz, conforta a aquellos que estén con un temor exagerado, fortalece a los sectores más vulnerables, purifícanos Señor de todo aquello que nos contamina, no sólo a nivel físico, sino sobre todo a nivel espiritual.
Rodea con un escudo a médicos, enfermeros/as, mucamas y todo personal afectado a tareas especiales. Gracias Señor, te entregamos el control de nuestra vida, sabiendo que harás lo mejor.
Necesitamos sabiduría para conducirnos en paz y obediencia hacia las reglamentaciones vigentes.
En el Nombre de Jesús, te pedimos y agradecemos tu intervención divina. Amén, Amén y Amén.


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