“Y todo lo que esté
en tu mano hacer, hazlo con todo empeño” (Eclesiastés 9:10)
Cada día es una nueva
oportunidad, una hoja en blanco para ser llenada. Nos levantamos, extendemos
nuestros brazos, abrimos el corazón y avanzamos. Todos empezamos el día en la
misma línea de partida… disponemos de la misma cantidad de horas…
Tal vez nos alistamos y
comenzamos la jornada, pero el día se complica, trae su propio mal, su lucha y…
¡bajamos los brazos!
¿Qué nos dice Dios?
Avanza a pesar de… Él emplea
cada minuto, cada segundo para nuestro bien y usa cada obstáculo que se
presenta como un escalón, para que podamos desarrollarnos y subir a un nivel
superior, a un nivel más alto.
¿Cuál es la clave?
Confiar, mantenerse a
pesar de lo difícil de la situación, conservar la fe, poniendo la mirada no en
nuestras fuerzas, recursos, aptitudes, sino en el Señor.
En el “mientras tanto”,
Él trabaja en nuestro ser interior, puliendo, podando, refinando. Mientras
nosotros hacemos nuestra parte, confiando y extendiéndonos hacia adelante, Dios
poderosamente hace lo suyo. Estamos en proceso, mientras avanzamos de a un
pasito a la vez. Cada paso que demos tiene un valor especial… ¡No nos quedemos
estancados! ¡Avancemos por fe, como viendo al Invisible!
Muchas veces no queremos
seguir, por temor a tropezar… y… ¡puede ocurrir! Pero… el Señor nos sostiene de
una manera especial para evitar que caigamos.
Aún si caemos, Él tiene todo el poder para levantarnos, sanar nuestras heridas y raspones con su ungüento santo y alistarnos para continuar la carrera que tenemos por delante.
¿Qué tienes para hacer en este día?
Oremos: por
aquellos que han bajado los brazos y no quieren continuar, para que sean tocados
por el poder de dios que precisamente se perfecciona en medio de la debilidad.
Es Su poder el que nos
hace fuertes, porque es Cristo en nosotros, la esperanza de Gloria.
1 comentario:
Muy bueno. Para reflexionar, en este final del mes.
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