domingo, 3 de octubre de 2021

LIBERACIÓN DE LA RUINA

 

“Envió su palabra y los sanó y los libró de su ruina” (Salmo 107:20)

Muchas veces la enfermedad aparece como consecuencia de la transgresión, es decir de violar los límites a sabiendas.

Aunque se vive como un castigo, en realidad, no lo es… ya que no se trata de una acción directa de Dios, sino de la consecuencia de nuestras acciones por la mala elección que hemos hecho.

Toda acción tiene un resultado, esto es así, en lo natural y también en lo espiritual, ya que lo visible en el mundo natural, es un reflejo del mundo espiritual.

Ignoramos las bendiciones que provienen de cumplir  la voluntad del Señor y nos exponemos de ese modo a los juicios que supone violarlas.

“Amó la maldición y esta le sobrevino, no quiso la bendición y esta se alejó de él” (Salmo 109:17)

Dios es pura bondad y amor, pero también es un juez justo. Sin embargo, como es absolutamente misericordioso, nunca nos paga como mereceríamos, su gracia nos mueve a un arrepentimiento genuino y de ese modo obtener liberación a esos males que nos afectan.

A menudo la gente se acuerda de Dios y clama a Él, cuando le asalta la calamidad. Inevitablemente, nos guste o no, las tormentas nos llegan a todos.

Fuertes dificultades en todas las áreas, familiar, económica, vincular, laboral, o una severa enfermedad, pueden alcanzarnos muchas veces como consecuencia de nuestra decadencia.

No siempre somos conscientes de ello… Pero la buena noticia es que si buscamos a nuestro Sanador con un corazón contrito, clamando por liberación, la calamidad, puede ser trastocada y recibiremos sanidad espiritual que se traducirá en lo físico.

Dios nos sana a través de su Palabra, como lo hizo con el siervo del centurión (Mt. 8:8) cuando nos acercamos a Él con confianza y fe… recibiremos ese toque que tanto estamos necesitando…

 

Oremos: por todos los que padecen males, tanto en el cuerpo, como en el alma y aún en el espíritu…