“Dios no estima a
ninguno que se cree en su propio corazón ser sabio” (Job. 37:24)
La autoestima es el sentimiento que cada uno tiene de
sí mismo; si se considera valiosa para sí misma y para los que la rodean, su
autoestima es adecuada, pero si por el contrario, se siente una persona poco
importante y poco productiva, su autoestima es baja.
Las personas que tienen una autoestima baja, a menudo
sienten que no poseen fuerza interior para enfrentarse a la vida, experimentan
sentimientos de soledad, tristeza, impotencia y minusvalía.
En cambio, una persona con adecuada autoestima se
siente bien consigo misma, por lo que tiene una capacidad para enfrentar retos
y establecer relaciones satisfactorias y saludables con los demás.
La autoestima se forma en gran medida como resultado
de las experiencias y mensajes que dentro de la familia y la escuela nos
hicieron sentir valiosos e importantes.
Es por eso que es tan importante que los padres,
educadores y adultos que están en contacto con el niño, reconozcan la necesidad
que tiene de ser reconocidos como personas de gran estima en el núcleo
familiar.
Es por eso que cuando una persona no ha tenido buenas
experiencias en su primera familia y tiene marcas, Dios, su Padre celestial, es
el único capaz de curar esas heridas del pasado y elevar su autoestima a través
de su incondicional amor.
Pero… en el tema de la autoestima, no es bueno poco,
pero tampoco tanto…Parece que la gente que se siente demasiado segura de sí
misma y cree que puede realizar que puede realizar una tarea sin dificultad,
termina por no hacer las cosas tan bien como esperaba.
Por el contrario, una persona que no está tan segura
de sí misma, que tiene en cuenta que se puede equivocar, toma recaudos y
termina haciendo las cosas mejor que la otra.
La ansiedad que provoca el no confiar demasiado en uno
mismo hace que preguntemos a expertos, estudiemos más, nos preparemos en forma
adecuada y al final…rendimos más y obtendremos mejores resultados.
Un poco de adrenalina causada por la inseguridad, no
viene mal, después de todo.
Padre amado,
Dios Todopoderoso, ayúdame a tener una autoestima adecuada, ni tanto, que me
vuelva soberbio/a, ni tan poco que me sienta inferior ante los demás, no
tomando la identidad como tu hijo/a, en el Nombre de Jesús, Amén, Amén y Amén.
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