“¿Por qué te abates, oh alma
mía, por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío” (Sal. 42:11)
¿Has llorado
hasta sentir que no tienes más fuerzas? ¿Estás como atrapado en una telaraña de
angustia? ¿Te sentís decepcionada/o? La decepción es una respuesta emocional
que aparece cuando tenemos alguna expectativa, esperanza y/o deseo no
satisfecho.
Son inevitables,
sufrimos decepciones a lo largo de la vida por relaciones, circunstancias o
situaciones que no han salido conforme a lo que esperábamos…Entonces aparece el
desaliento…
¿Cuál es la
diferencia entre la decepción y el desaliento?
La decepción es
inevitable, no la elegimos, no depende de nosotros, pero el desaliento es
nuestra elección…
Si prestamos
atención a las conversaciones de las personas en los diferentes lugares,
podremos darnos cuenta de que hay más personas desanimadas que alentadas… Desde
que comienzan a hablar cuenta lo malo que les sucede… Pasan mucho tiempo
quejándose de su situación y sintiéndose víctimas, de personas, del sistema,
del gobierno y hasta de Dios…
Es verdad, hay
problemas y las noticias pueden ser muy desalentadoras si permitimos que
determinen nuestro estado de ánimo: corrupción, muertes, crisis económicas,
financieras, familiares… Al escuchar todo esto… no debemos negarlo, sino
reconocer y recordar quién está al mando…
De otro modo, caeremos en desánimo y tendremos consecuencias nefastas.
1.- Nuestra
mente y nuestra atención estará dividida y esto turbará nuestro desempeño.
2.- Iremos
perdiendo confianza y esta actitud afectará nuestra vida entera.
3.- Tomaremos
decisiones insensatas, porque no estamos focalizados y no podemos pensar
adecuadamente.
4.- Le abriremos
una puerta al “enemigo de nuestra alma”, crecerán la duda que mina nuestra
confianza y pulveriza la fe… entonces es probable que hasta tomemos distancia
de Dios y las cosas empeorarán…
Reconocer que sólo Dios puede sacarnos de este estado y aprender a esperar en Él nos rescatará de este estado que puede conducirnos a la desesperación...
Dios
Todopoderoso, te pido en el Nombre de Jesús poder mirar hacia adentro de mí,
para poder salir de este estado en el que me encuentro. Necesito de la guía del
Espíritu Santo para poder ser rescatado de este desaliento que me conduce a
vivir una escasa calidad de vida. ¡Gracias! Sé que me estás escuchando… sola/o
no puedo… ayúdame… Amén.
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