“No se dormirá el que te
guarda, he aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a…………… (escribe allí tu
nombre) (Salmo 121:3-4)
Muy
temprano en la mañana,
cuando
el sol aún no brilla,
cuando
todo está en silencio,
cuando
aún no ha llegado
el
afán de cada día…
Es
el tiempo del encuentro,
es
la hora de la cita,
es
el tiempo de la charla,
desayuno
compartido…
Es
nuestro tiempo, sin tiempo…
Es
nuestra hora, sin prisa…
Son
miradas en silencio,
lágrimas
emocionadas,
palabras,
y mil sonrisas…
Es
la hora del encuentro,
mañanero,
solitario,
sin
ruidos y sin bullicio
del
despertar cotidiano…
Todo
oscuro… todo en calma,
taza
humeante, pan tostado,
La
Biblia destartalada
por
tanto uso y ajada…
Papeles,
anotaciones…
Ese
es mi “aposento alto”,
un
rincón de la cocina,
preparado,
siempre listo
para
el encuentro matutino,
que
es por lejos y sin dudas...
¡¡¡el
mejor tiempo del día!!!
¡Gracias Señor
porque despierto y aún estoy contigo!…
¡Gracias Señor
porque despierto y aún estás conmigo!…
…
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