jueves, 2 de febrero de 2017

¡Nuevas fuerzas!



“En quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Is. 30:15)
¿Cómo es tu vida?¿Demasiado ajetreada?
Con el aporte de los modernos medios de comunicación, llega una avalancha de información desde y hasta los lugares más recónditos de la tierra.
Esto provoca un estrés generalizado al que no escapamos los creyentes (Lc. 12:29)  y nuestra vida espiritual se ve amenazada.
En demasiadas oportunidades la búsqueda del Señor, del verdadero bien y de ayudar al prójimo se vuelve ansiosa.
Al entrar la inquietud, la confianza y la tranquilidad, es desplazada.
Nuestra tarea de siervos fieles es más fácil cuando hemos aprendido a mantener la paz del Señor en todas las situaciones.
De ese modo dejamos trabajar al Espíritu Santo y…
¡Dios actuará con su poder!
El preparó de antemano buenas obras para sus hijos (Ef. 2:10)
¡Dejémonos llenar de la paz del señor, para permitir que obre en nosotros!
Pongamos todas nuestras capacidades a Su disposición sin pretender resolver todo por nosotros mismos.
¡Permanezcamos tranquilos bajo la mirada de Dios, contando con Su sabiduría y Su poder.
Las “demasiadas actividades” están revelando “falta de paz”
Nuestra tarea es descubrir qué actitudes del corazón y qué condiciones espirituales permiten a Dios actuar en nosotros.
Sólo entonces podremos llevar frutos, muchos frutos y frutos que permanezcan.
Estemos confiados, en quietud, y esa será nuestra fortaleza.
La confianza y la tranquilidad expulsarán nuestra “ansiosa inquietud”
Nos llenaremos de la PAZ de Dios, si permitimos al Espíritu santo que trabaje en nuestro interior, transformándonos.
¡Toma hoy la decisión de no tratar de resolver esa situación que viene perturbándote desde hace tanto tiempo, por vos mismo/a!
La paz de Dios gobernará tu corazón, estás en el taller del alfarero y Él hará de vos una nueva vasija.
¡Serás re-edificada!, te dice hoy el Señor!


Gracias te doy Señor, en el Nombre de Jesús. Hoy decido esperar en ti, porque eres el Dios de mi salvación. Por nada estaré afanosa, en tus manos están mis tiempos, no seré confundida. Sé que harás de mí un odre nuevo, ya no más inquietud, desasosiego, ansiedad…¡solo paz, tu paz, que supera todo entendimiento! Amén, Amén y Amén.

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